28 de abril de 2012

Epilogo (de algo que todavia no tiene cuerpo)

  Mientras veía detenerse el tren frente a mí, en el andén me peguntaba nuevamente si ella habría intentado buscarme entre las personas del tren durante los tres días pasados, como lo había hecho yo. Lo cierto es que no tenía demasiada confianza de que la respuesta a esto fuera positiva. Pero cuando las puertas del tren se abrieron, ingrese en el vagón y lo primero que hice fue comenzar a buscarla, otra vez. Inspeccione los rostros de cada persona sentada y no reconocí el de ella, seguido pase mis ojos por la figura de cada pasajero parado, disimuladamente trate de ver dentro de los vagones de la izquierda y también el de la derecha, lógicamente ella no se encontraba allí, como tampoco lo había estado los días anteriores. Por un segundo pensé que quizás existía la pasibilidad de que ella subiría al vehiculo en otra estación, pero era solo un pensamiento que me obligaba a auto convencerme de que mi oportunidad de verla no había caducado aquel primer día. Aun así las próximas dos estaciones me detuve a mirar con cautela a cada persona que subía al ferrocarril o bajaba, pero no había señales de ella, otra vez.     
  Faltaban 5 estaciones para llegar al final del recorrido, y no quería pensar en darme por vencido, pero no era una descabellada idea tampoco. El tren arranco y yo me dispuse a encender mi reproductor de Mp3, y avistar por la ventanilla el paisaje de edificios, autos y personas que con le tren en movimiento simulaba un eterno barrido de cada situación y objeto que se tornaba, con el correr de las vías, cada vez mas imperceptible de lo normal. Restaba solo una estación para finalizar el recorrido y fue allí cuando volví a ponerme tenso por la situación de no encontrarla. Cuando el tren comenzó a frenar en la ultima parada me fui acercando lentamente hacia la puerta y recordé que en nuestro primer encuentro, ese había sido el momento de mas contacto entre nosotros, entre nuestros espíritus caminantes por lo menos, y aquello me hacia pensar en que quizás, en ese momento al vería, tal vez ella después de todo había viajado en el mismo tren, solo que en un vagón distinto. La puerta se abrió y automáticamente mi cuerpo comenzó a  deslizarse por la plataforma casi de forma represiva sobre mi propia conciencia, detuve la música que invadía mis oídos por aquel momento. Pero claramente lo que había pensado hacia instantes era erróneo: ella no estaba allí, ni había estado, ni seguramente volvería a estarlo otro día, no en la misma ocasión que yo, al menos. Sin más que buscar, seguí caminando, más lento, sin ánimos y volví a encender mi reproductor. Desde donde caminaba, junto a mi transitaban mas personas dispersas, con suficiente espacio entre unas y otras, algunos mas apurados, otros no demasiado. Pero a lo lejos, se veía como la multitud era inmensa y confundida. Tanto que parecían hormigas pequeñas saliendo de su hormiguero. Lentamente esa imagen frente a mi iba desapareciendo, pero pude darme cuenta, de que no sucumbía, lo cierto era que yo comenzaba a acercarme a ellos e indefectiblemente a formar parte de ese hormiguero y por eso me parecía que éste ya no existía. Al mismo tiempo, seguramente detrás de mi otra persona me estaría mirando pensando lo mismo que yo pensaba hacia unos momentos, de mí en estos instantes: una hormiga más saliendo del hormiguero. Ese largo y abrumador tramo resulto llegar a su finalización mas rápido de lo que esperaba y por fin pude ver de nuevo la luz del sol y respirar aire puro (no tan puro en aquella ciudad). Cruce la primera calle que me separaba de la estacion y me acercaba a la parada del colectivo que tenia que tomar. Nuevamente cruce, ahora la siguiente rogando que un auto no me arrollara, e indefectiblemente llegué a donde el colectivo frenaba para que suba, pero no lo vi venir, ni en ese momento, ni cinco minutos después, estaba empezando impacientarme. No podía llegar tarde a la universidad, tenía un examen muy importante y la rabia comenzaba a invadirme. Fue allí cuando miré a la derecha y encaucé mi mirada dos calles mas adelante y la vi, esperando seguramente a su colectivo. En ese momento mi sangre pareció salirse de mi cuerpo, mi boca secarse y mi corazón latir a grandes pero lentas velocidades. Era como no tener nada adentro pero a la vez estar completamente lleno. No reaccionaba a ningún movimiento que quisiera hacer. No sabia si era una casualidad el estar volviendo a verla o no. Pero aunque lo fuera, estaba decido a no dejarla pasar. Entonces comencé a caminar hacia adelante.

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